Todo el mundo habla del "trabajo de sus sueños", y mientras tanto, yo sigo aquí.

Soy fiel creyente y practicante de que no sólo debemos contar nuestros éxitos, sino nuestras luchas y fracasos también. Saber que no estás solo/a en una situación difícil te ayuda a levantarte y seguir luchando.

No necesitamos más que meternos en Facebook o IG para sentir que hay miles de personas de nuestra edad (o más jóvenes) que la están rompiendo, con carreras exitosas, viajando por el mundo, y con tres o cuatro proyectos personales al mismo tiempo. Es difíicil no sentirse desanimado/a cuando todos hablan de "amar lo que haces", "tener el trabajo de tus sueños", mientras tu, estás ahi, en ese trabajo que no te emociona ni te paga lo que quieres ni un poquito. Nos desanimamos y pensamos que algo estamos haciendo mal aunque de hecho, estamos haciendo todo bien según la lista mágica de la cual todos hablan.

Mi primer encuentro con el mundo laboral

Yo no encontré el trabajo de mis sueños, una carrera exitosa, o una estabilidad financiera a temprana edad. Cuando yo empecé mi vida adulta profesional, no existía Instagram o Facebook para hacerme sentir mal, pero igual sabía que no estaba en un buen lugar y el tiempo pasaba sin ver la luz al final del túnel.  Me costó tiempo, mucho esfuerzo, frustraciones, desilusiones, y otros sentimientos encontrados. Por situaciones de la vida, no fui a la universidad directamente después del colegio, así que por unos años, solo contaba con mi inglés como habilidad en mi curriculum. Fui profesora de Inglés por unos años y luego emigré a España, y como joven inmigrante sin un buen CV, me tocó hacer trabajo duros: limpiar en casa de una mujer obsesionada con planchar sus toallas, bartender en un bar que hoy día dudo de sus verdaderas fuentes de ingreso, y luego por suerte algo mejorcito, de cajera en un cyber. Como no podía ir a la universidad porque no tenía mis papeles apostillados, me inscribí en un curso de aeromoza, con el sueño de volar por el mundo y ser pagada por ello.

Segundo intento, ahora si lo tengo más claro

Ahora estaba en un otro país, tenía un titulo, y más experiencia, pero había algo que no jugaba a mi favor, no tenía 20 años, tenía 30. Y en mi mente, eso me limitaba aun más porque "a estas alturas, si quiero encontrar un trabajo genial, necesito una hoja de experiencias que demuestren mi valor, si no, no me contratarán". Tenía un titulo medio choto (sorry IUTIRLA), y la experiencia laboral que tenía era limitada al mundo marítimo-petrolero, en ventas. Anda ver si alguien piensa que eres "super marketable" porque le vendías papás y cigarrillos a capitanes rusos. "No creo", pensaba yo.

Mi primera gran puerta se abrió, encontré un trabajo en ventas en una de las empresas de tecnología más grandes del mundo. Si me preguntabas de joven, qué quería hacer de grande, creeme que "vender" no era una de ellas. Y mucho menos vender software empresarial en inglés. Pero esta empresa vio mi valor, y mi potencial. De hecho, cuando hablé de mi último trabajo (vendiendo en barcos) durante la entrevista, los reclutadores se impresionaban, y les parecía genial que una mujer estuviera negociando con capitanes en una industria totalmente masculina. Aparentemente, eso demostraba capacidad de adaptación, determinación, y coraje. Mi trabajo vendiendo papás y cigarrillos terminó siendo mi mejor carta.

Fue en este trabajo donde me di cuenta de lo que realmente quería hacer, Marketing y Comunicaciones. Me encantaba todo el tema de plataformas 2.0 y soñaba con un trabajo de Community Manager como mi próximo empleo. Hice cursos, me auto-enseñé todo lo que podía, y luego de un despido general de la empresa, empecé a postularme a trabajos en Marketing Digital. Curriculum que salía y nada que venía. Hice un curso de reinserción laboral, y me fui haciendo más experta en el tema de CV y entrevistas. Sin embargo, seguían rebotándome. Empecé con trabajos freelance, y ahí iba poniendo en práctica lo que aprendía, pero nada que me contrataban.

Haz de tu trabajo actual el trampolín a tu trabajo ideal

Como ya los ahorros no me daban para mantener la búsqueda de mi trabajo soñado, tuve que volver a ventas. Cuando me entrevistaron en mi última empresa me propuse entrar en ventas pero luego pasarme a Marketing. Me di cuenta que no podía renunciar a mis sueños, pero que tenía que tener un plan. Me inscribí en la universidad para sacar otra carrera que estuviera más alineada a lo que quería, y me prometí a mí misma, que este trabajo de ventas, sería el trampolín que me llevaría a mi sueño laboral.

Lo más importante que aprendí, fue que mi éxito no determinaba mi valor. Yo era super capacitada y cualquiera sería afortunado de contratarme. Aunque mi CV no tuviera la experiencia en Marketing, yo tenia hambre de aprender, y lo hacía en mi tiempo libre.  Aprendí que mi trabajo actual, aunque no me emocionaba, seguía siendo una fuente de oportunidad, de aprender, de exponerme a cosas nuevas, y de networking. Fui muy vocal con mis intereses, y siempre que encontraba una pequeña oportunidad de colaborar con algo de marketing, lo tomaba. Luego entendí que tenia que crear mis propias oportunidades si no, me quedaría en el mismo trabajo, y así hice. Poco a poco, un día a la vez, y casi siempre haciendo el trabajo de dos personas, o tres, sólo para un día, lograr esa movida de forma oficial.

Mi consejo para aquellos que ya llegaron a la cima, cuenten su historia, compartan su experiencia con aquellos que aún están en la búsqueda. Es necesario saber que estos sentimientos y situaciones no duran para siempre. Para ti que aún la estás remando, no pierdas la visión de ti misma/o cuando tus sueños no se están haciendo realidad. Sigue remando,  ¡no pares! Y siempre recuerda, el camino puede ser largo, pero en algún momento llegarás al destino.